CAFÉ
PARA TRES...
(1-11-14)
Sara tenía un amante desde hacía 7 años, su marido se lo había ganado a pulso pues él, cuando venía de trabajar una de dos: o pasaba el tiempo durmiendo o se sentaba junto al ordenador a jugar durante horas y horas.
Ella en cambio, tenía un mundo interior muy rico, y un mundo social variado y estimulante. Tenía una chispa que revitalizaba los espacios por los que pisaba, y algunas personas la llamaban: Mujer Misteriosa y Mágica, porque no sabían muy bien definir, qué era aquello que les producía, y a la vez les encantaba de ella.
Sucedió sin planearlo, ella volvía de un viaje en tren y un hombre se sentó a su lado. Al principio ella le ignoró, (“es más joven que yo”… “tengo marido”) pero el viaje era largo y empezaron a hablar. Poco a poco la conversación se tornó cada vez más profunda, y empezaron a brillar sus corazones por la sintonía que había entre ellos. Varias coincidencias se dieron, como una frase que él empezó a decir, y que ella la acabó porque era una de sus preferidas. Otras veces como por telepatía, se asombraron de estar diciendo lo mismo.
Entonces hubo ese instante: ese cruce de miradas donde ya no hacía falta hablar.
Un intercambio de tarjetas personales y la promesa de una cita, fue el emocionante final de ese día.
Durante meses Sara estaba exultante, algo en ella revivió, su marido nada notó.
Ella lo mantuvo todo en el más absoluto secreto, sus amigos y su familia nada sospecharon, ¿acaso no la llamaban la mujer mágica y misteriosa? Alguna vez, cuando era demasiado intenso el sentimiento, y éste la abrasaba por dentro, a punto estuvo de desvelarlo. Pero nunca lo hizo porque hubiera perdido todo el encanto: “Aquello que callas es lo que más fuerza y energía tiene, si lo cuentas, la pierde”.
Pasaron los años y Sara, acabó también por desencantarse de lo que había sido un impetuoso idilio donde hubo de todo: celos, peleas seguidas de reconciliaciones eufóricas, momentos románticos e instantes sublimes.
Al final se dio cuenta de que sus dos hombres, eran medio hombre cada uno… y que por un capricho de los dioses habían sido separados en dos cuerpos. Qué locura, ni contigo ni sin ti.
Entonces, Sara hizo algo inaudito…
Una tarde quedó con Alex (su amante) en una cafetería, aquel todo contento no sabía la que se le venía encima…
Esa tarde Ella se arregló con lentitud para hacerse esperar, y le dijo a su marido: Cariño arréglate que tengo una sorpresa para ti, te voy a presentar a un amigo; y Antonio algo perezoso pero dócil, le siguió.
Cuando llegaron a la cafetería y entraron, Alex (que conocía muy bien a Antonio por fotos) casi le da algo… Hubiera deseado hundirse en su asiento y deslizarse hacia el fondo de la Tierra si le hubieran dejado.
Sara hizo las presentaciones pertinentes. Alex estaba blanco, Antonio aún no adivinaba lo que allí ocurría.
-Por favor sentaros (les dijo ella).
-Os he presentado porque los tres tenemos algo en común: Yo os quiero y vosotros me queréis a mí (empezó a decir ella). Y… como no quiero hacer daño a nadie os propongo este café para tres.
-El corazón de una persona (siguió diciendo ella) es tan grande que podemos amar a varias personas a la vez.
-¿Cómo? ¿Qué es esto? (Dijo Antonio mientras Alex miraba a la servilleta de su café).
-¿Qué pretendes? (dijo Alex enfadado) _ ¿Qué juego es este?
Y por el calibre del tono del enfado de Alex, Antonio imaginó todo lo que Sara le había estado ocultando… Con lo cual su indignación y celos nacieron justo en ese instante como una explosión de lava y empezó a mirar a Sara rojo de ira, pero como estaban en un local público lleno de gente, tuvo que contenerse para no montar un espectáculo y decidió reprenderla mascullando palabras sigilosamente.
-Como somos personas civilizadas… (Cortó ella), os he reunido aquí para que juntos dictaminemos una solución.
Alex se echó a reír compulsivamente y luego echó la cabeza hacia atrás, como diciendo: Esto es de locos, no puede estar pasando…
Antonio apoyó la suya sobre sus brazos cruzados, resoplando, como el cordero que llevan al matadero.
-Os propongo una relación donde nadie pierda y todos ganen (continuó ella), os propongo que vivamos los tres juntos.
-¿Cómo????! (Gritaron los dos hombres al unísono, mitad enfadados mitad desconcertados).
-¡Estás loca! (Gritó Antonio), (y Alex la miró con dolor).
-Yo solo sé que os quiero a los dos y no quiero perderos a ninguno, los dos tenéis cualidades que me gustan y no quiero prescindir de ellas. Tomaros vuestro tiempo para pensároslo. Además, si en el mundo árabe existen los harenes de mujeres, ¿por qué no podemos nosotros invertir los términos? Os propongo que yo sea vuestra mujer y vosotros mi "harén masculino".
Alex y Antonio no sabían si reír o llorar…, si salir corriendo..., o matarla allí mismo.
Ella les dijo:
-Me voy fuera una semana, dentro de una semana quedaremos aquí de nuevo los tres, el mismo día a la misma hora, y habréis de decirme cual es vuestra decisión.
Pasó la semana, durante la cual Alex y Antonio se llamaron, primero bramaron entre sí, luego se desahogaron entre ellos, y finalmente se dieron cuenta de que eran cómplices de la misma situación, con lo cual era muy posible una amistad entre ellos.
Llegó el día clave, y Sara consiguió lo que se proponía: aquella mujer era demasiado especial para dejarla escapar, aunque hubiera que compartirla con otro, (al menos eso era un mal menor).
Fue así como nació este Café para Tres, el único harén masculino de que se tiene constancia hasta la fecha, y que Sara más adelante, una vez convencidos los dos primeros… No dudará en ampliar. Ja, Ja, Ja.
¡Viva Sara la Pionera! ¡Viva!
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(Maiga) ® Derechos reservados.
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